lunes, 8 de abril de 2013

Tú también vas a morir.

No nos engañemos: tú y yo, y él; todos nosotros, filósofos en sentido amplio, somos unos cobardes. Desde el momento en que centramos parte de nuestra existencia en el aprendizaje, en el conocer, sea cual sea su motivo estamos actuando intentando luchar futilmente contra un miedo que nos atenaza.
Ya puede ser que busques una forma de retocar una fotografía con Darktable, que intentes aprender a cocinar, que leas los profundos pensamientos de los mejores filósofos o que, simplemente, veas los vídeos de Willyrex pensando que eso te va a ayudar a jugar mejor al Call Of Duty. Todo ansia de conocimiento, TODO nace del miedo. 
Incluso el aparente valiente emprendedor, tiburón de Wall Street, que parece completamente seguro de sí mismo. Incluso él, es un cobarde. Actúa impulsado por el miedo a quedarse atrás, a ser peor que otros, a  conseguir logros. Alimentar un ego que, al fin y al cabo, cree que puede llegar a hacer inmortal.
Pero tengo una mala noticia. Da igual cuanto miedo le tengas, da igual cuantas acciones emprendas para deshacerte del miedo que te produce. No importa lo aclamado o querido que seas. Vas a morir. Sí, vas a morir tú y todos los que te rodean. 
Él ya no tiene miedo a la muerte. Fuente: Wanjavi.tumblr.com
Toda acción es una respuesta a un miedo: al hambre, al aburrimiento, al dolor... Pero el miedo más profundo: el miedo último, la frontera final, la muerte; éste produce en nosotros la más importante respuesta humana, el amor por el conocimiento.
Por ello en la academia se sigue entonando aquello de: "el filosofar es aprender a morir".
Curiosamente, este conocimiento es el único remedio para dicho miedo. Pues el verdadero filósofo (y no estoy hablando siquiera de los lectores de filosofía académica) tarde o temprano alcanzará la suma certeza: La muerte es cosa dada. Y sólo este conocimiento, esta certeza, este axioma humano; es capaz de hacernos vivir plenamente. Sólo cuando nos hacemos partícipes de la idea de que la muerte es inevitable podemos aprender a vivir en su cercanía. Y solo así seremos, en vida, libres de la esclavitud que nos impone. 
Por ello, y ante la noticia de la muerte de unos y otros personajes o personas conocidas, me sorprende siempre la cantidad de revuelo que provocan. Y no se malinterprete, no creo que sobren los homenajes ni las condolencias, no voy por ahí. Lo que sobran son enunciados del tipo: "siempre se van los mejores", "le llegó su hora antes de tiempo", "parece que caen como moscas"... y demás sandeces que no hacen más que demostrar la poca reflexión de su  locutor con respecto al facto de la muerte.
Tener siempre presente a la muerte en nuestra vida (y pensamientos) es la única manera de poder seguir viviendo.

Dicho esto, sólo cabe desear el descanso en paz y eterno a todos los muertos; sean estos famosos o no.

P.D: Ya estoy de vuelta tras estas no merecidas vacaciones :D